Retinopatía diabética

La diabetes mellitus es una enfermedad crónica derivada de una mala regulación metabólica de la cantidad de glucosa en sangre. Los pacientes que sufren esta patología presentan altos niveles de glucosa a causa de que, o bien su organismo no produce una cantidad suficiente de insulina, o bien no la utiliza de manera adecuada. El sobrepeso, el estilo de vida sedentario, el alcohol y el tabaco, y también la herencia genética son factores que predisponen a la aparición de la diabetes.

 

Según el trabajo di@bet.es, el estudio epidemiológico más extenso llevado a cabo en nuestro país, en España el 13,8% de los mayores de 18 años padecen diabetes tipo 2, la forma más frecuente de esta enfermedad, lo que equivale a unos 5,3 millones de personas. De estos pacientes, el 43% de los diagnosticados desconocía padecer la enfermedad, lo cual es muy importante teniendo en cuenta que el riesgo de complicaciones relacionadas con la diabetes aumenta con el diagnóstico tardío, y que afecta a órganos tan importantes como el corazón, los riñones, los ojos, los vasos sanguíneos y el sistema nervioso.

 

La retinopatía diabética es la manifestación ocular de la diabetes mellitus. En España es la causa más frecuente de ceguera en personas en edad laboral. La probabilidad de padecer esta enfermedad aumenta con el paso de los años desde el diagnóstico inicial. Así, se estima que casi un 90% de pacientes con diabetes mellitus tipo 1 tendrán algún grado de retinopatía pasados entre 10 y 15 años desde el diagnóstico inicial. Asimismo, se estima que más del 25% de los pacientes diagnosticados de diabetes tipo 2 tendrán algún grado de retinopatía a los 5 años de su diagnóstico.

 

Esta patología afecta a la retina alterando sus vasos sanguíneos, alteración que se traduce en un aumento de la permeabilidad de las paredes vasculares que provoca la filtración de sangre y otros fluidos hacia las capas de la retina. En fases iniciales de la enfermedad pueden aparecer pequeños puntos hemorrágicos en la retina; en fases más avanzadas se pueden producir hemorragias severas y formación de neovasos (redes de vasos sanguíneos anómalos), que pueden dar lugar a un edema macular diabético (recordemos que la mácula es la parte central de la retina) afectando de manera severa a la visión central del paciente.

 

SÍNTOMAS

Aunque en fases iniciales la retinopatía diabética suele ser asintomática, los principales síntomas que produce la enfermedad son:

  • Visión borrosa o pérdida gradual de agudeza visual
  • Distorsión de la forma de las imágenes
  • Manchas o “moscas volantes” (miodesopsias)
  • Sombras en el campo visual o áreas de visión perdidas
  • Dificultades en la visión nocturna

Para su diagnóstico, se emplean pruebas de diagnóstico por imagen que permiten observar con claridad anomalías vasculares en el tejido retiniano, como la tomografía de coherencia óptica (OCT) y la dilatación pupilar para la correcta visualización de la retina. También puede ser necesario en algunos casos la realización de angiografía fluoresceínica o la angio-OCT. En todos los casos, el diagnóstico precoz y el correcto seguimiento y tratamiento es fundamental.

 

TRATAMIENTO

El tratamiento de la retinopatía diabética va a depender del grado de enfermedad y de las características del paciente. El objetivo de los tratamientos es evitar que progrese la pérdida visual, reducir el riesgo de ceguera y, sólo en algunos casos, mejorar la visión.

  • La fotocoagulación con láser de argón de las zonas dañadas de la retina
  • Las inyecciones intraoculares de fármacos para revertir el crecimiento vascular anómalo y tratar el edema macular
  • La vitrectomía en casos más severos

Además, complicaciones como las cataratas o el glaucoma pueden afectar con mayor prevalencia a pacientes diabéticos, y también deberán ser tratadas conservar la visión del paciente

 

Para evitar la aparición de retinopatía diabética la mejor arma es la prevención. Mantener un buen control del nivel de azúcar en sangre, controlar la tensión arterial y el nivel de colesterol, evitar el sobrepeso, mantener una dieta equilibrada, realizar actividad física y evitar el sedentarismo son algunas de las recomendaciones con las que se logrará reducir notablemente el riesgo de padecer esta enfermedad.

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